La principal diferencia entre el renting y el leasing, es que, en el caso del primero, la cuota cubre el uso del vehículo y todos sus costos asociados al mantenimiento, ya que se trataba de un alquiler, también llamado como “arrendamiento operativo”. En el caso del leasing, es una alternativa disponible de crédito de vehículo, también conocida como “arrendamiento financiero” que se rige por un contrato formalizado mediante un banco o una entidad financiera. Bajo este contrato se transfieren los riesgos y beneficios derivados de la propiedad, esto quiere decir que, el cliente deberá correr con todos los costos relacionados al mantenimiento del vehículo, y al final del contrato podrá acceder a la opción de compra del mismo.

Por otro lado, si comparamos el renting frente a la compra del vehículo, veremos que el primero:

• Evita todo lo relacionado con los intereses de financiación.
• No asume la inflación de la moneda en el periodo de tiempo de arriendo (lo que sí podría suceder con la financiación).
• Al no requerir inversión de capital ni alterar la capacidad de endeudamiento, da la oportunidad de invertir en el core del negocio o en estrategias comerciales.
• Al ser un contrato de arrendamiento, es deducible del impuesto de renta, porque no se registra dentro de los activos de la empresa.

Ahora bien, seguro se preguntará, ¿cuál es la mejor opción? Y esa pregunta tiene muchas respuestas; lo que recomendamos es que tenga claro el propósito que cumplirá el vehículo o la flota de vehículos, según las necesidades que tenga su empresa. Una vez que sepa esto, podrá identificar los pro y los contra de cada modalidad.

Finalmente, si es consciente de que el vehículo es vital para cumplir con sus necesidades de transporte u operaciones comerciales, el renting podría ser la solución más efectiva. Si aún tiene dudas sobre sus beneficios, no dude en contactarnos para que uno de nuestros asesores comerciales pueda ayudarlo.